jueves, 16 de julio de 2015

La deconstrucción del lenguaje y la desmelancolización poética

“El cuerpo es un guante el dedo del cual sería el pensamiento.”
Étienne Décroux

[Dado que esta obra pretende ser un manual poético, muchas de sus formulaciones parecen sugerencias de ejercicios experimentales.]

La mímica es una deconstrucción poética del lenguaje. No en vano, Décroux, uno de los pioneros del mimo corporal, desarrolló el silencio elocuente como el trampolín más eficaz para convertirse en orador antibabélico. [1]

La mímica es un tipo de comunicación que te puede ayudar a descubrir tu estilo y tus símbolos.  Permite conocer el mensaje genuino antes de escribirlo o salir a escena.

El secreto ayuda a dar fuerza al mensaje que uno quiere transmitir a través del arte. Es interesante practicar mímica sin público, en soledad, delante de una cámara o un espejo durante seis años. El entrenamiento secreto no quita que uno pueda introducir gestos mímicos en su día a día, o que deba charlar en los cafés, que sirven de agencia de colocación para algunos artistas.

Los objetivos de estas prácticas son los siguientes:
-          La autocomunicación a partir de explosiones de intimidad.
-          La exploración de métodos de otros artistas mediante la imitación.
-          El descubrimiento de las “leyes del teatro”, que no son otra cosa que la carnalización poética mediante la inducción de un estado de trance catártico.
-          Si la marioneta es la imagen del actor ideal, se ha de intentar adquirir las virtudes de la marioneta ideal. Sólo pueden adquirirse aplicando una gimnasia adecuada.

¿Te apetece? La práctica no merece más de media hora diaria.
1.      Desnúdate, tanto como te permita la decencia, anulando el rostro (que es una metonímia del yo).
2.       Enmascárate. Intenta reemplazar al rostro con el resto del cuerpo.
3.      Obsérvate ante un espejo o una cámara y ábrete como un cofre. ¿Hay algún símbolo o mensaje aguardando dentro de ti?
4.      Después, sitúa la idea por encima de la emoción que provoca elucubrarla. La mente controla la emoción y no al revés: de ese modo, se evita la ebriedad que, si bien puede ser gozosa para el sujeto que la vive, no se comunica demasiado bien con lo “no ebrio”.
5.      Hallarás gestos estatuarios cargados de significado y los fotografiarás, creando un álbum de gestos poéticos. Estas prácticas se relacionan directamente con el posismo o gestualidad ritual.
6.      Lo ideal es que cada día descubras 3 posiciones distintas con diferentes puntos de apoyo, a los que deberás asignar un nombre. Jugarás a transitar de una posición a otra, a crear una lieson fluida.

Es importante que el poeta haga a diario estas prácticas porque, de lo contrario, suele melancolizarse. De algún modo, el poeta necesita llevar la poesía al cuerpo, “descabezarse” –como aconsejaba Edgar Cayce-. Como señala Décroux: “La inspiración se agota antes de que la gimnasia se tenga que producir.”

En cuanto a la gimnasia, es interesante recordar el programa de Copeau en su escuela, que incluía variadas técnicas. Aunque no tengas experiencia, te recomiento que, a menudo, juegues con cualquiera de estas disciplinas para hayar tus esculturas simbólicas:

-        Acrobacia de suelo
-        Atletismo de pista
-        Gimnasia común
-        Danza clásica
-        Mimo corporal
-        Colocación de voz
-        Dicción común
-        Declamación de coro antiguo y de noh japonés
-        Canto
-        Modelaje
-        Historia de la música, del vestuario, de la filosofía, de la literatura, del verso, del teatro.




[1]             Palabras sobre el mimo, Décroux.

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